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Eusebio Blasco 

 

Eusebio Blasco (Zaragoza, 28 de abril de 1844-Madrid, 25 de febrero de 1903) fue un escritor incansable, prolífico y polifacético, que cultivó todos los géneros (escribió incluso letras para jotas), pero es recordado, sobre todo, por sus obras teatrales de tipo humorístico.

 

Era hijo de un conocido arquitecto de Zaragoza. De él heredó las ideas progresistas; el contacto posterior con personajes como Nicolás Estévanez intensificó esta ideología. Se trasladó a Madrid en 1862, en parte por sus veleidades literarias y en parte por sus entusiasmos revolucionarios. En 1866 tuvo que exiliarse a París, de donde volvió como secretario particular de Nicolás María Rivero, ministro en el gobierno provisional del general Serrano. Con los años sus ideas se fueron moderando hasta afiliarse al partido conservador de Cánovas, no sin antes pasar por las filas republicanas de Ruiz Zorrilla o las liberales de Cristino Martos.

 

Colaboró en multitud de revistas y periódicos. En su juventud destaca en la prensa revolucionaria:La Discusión, que dirigía Rivero; El cascabel; La Nación, La Democracia, fundada en 1864 por Emilio Castelar; y especialmente Gil Blas donde trabajó de 1864 a 1866; escribió también para Día de Moda, El Garbanzo, que dirigió por los años de 1878-79 y Germinal.

 

Marchó luego a París. Aquí fue redactor de Le Figaro con los seudónimos Mondragón y Rabagás (que también había usado en sus artículos de La Época y algún otro periódico madrileño).

 

De vuelta a Madrid, desempeñó algún cargo político-administrativo, y siguió colaborando con la prensa periódica y, sobre todo, escribiendo teatro.

 

Fundó, con Dionisio Pérez, el semanario Vida Nueva, una de las revistas más importantes de fin de siglo; en ella colaboraron Unamuno, Maeztu, Clarín, Azorín, muchos intelectuales del 98, e incluso un jovencísmo Juan Ramón Jiménez. Llegó a ser un escritor tan popular que no había día que su nombre no apareciera firmando un artículo en alguna página de la prensa periódica: La Correspondencia de España, El Liberal, El Imparcial, Heraldo de Madrid, Gente vieja y otros. Colaboró también en Los niños (1870-77), La Ilustración Católica, Blanco y Negro, Barcelona cómica (1894), Euskal-Erria (1897), Revista Cristiana (1898), El Gato Negro (1898), La Ilustración Católica (1897-99), El Mundo Naval ilustrado (1897-99), La Ilustración Española y Americana, etc. En los últimos años, tuvo una sección fija en el Heraldo de Madrid.

 

Dentro del género poético, publicó, entre otros, Arpegios (1866), de tendencia becqueriana, Soledades (1876) y Poesías festivas (1869).

 

Fueron varias las colecciones de cuentos que recogió en libros: Flaquezas humanas (1877), Cuentos (1899) y Cuentos aragoneses (1901).

 

Tuvo especial resonancia en la época un Discurso baturro, leído en 1897 en la Asociación de la prensa de Madrid, con motivo de una fiesta dedicada a Aragón, que fue muy aplaudido.

 

Pero el éxito llegó, sobre todo, con algunas obras teatrales (escribió más de setenta) como La niñez engañosa (1862), Vidas ajenas (1863), El pañuelo blanco (1870), El anzuelo, Los dulces de la boda, La rosa amarilla (1877) y las de género bufo, es decir aquellas en las que parodia obras serias, como El joven Telémaco (1866). Blasco fue el primero que cultivó este subgénero en nuestro país. Además de la parodia de Fenelón (una especie de zarzuela), escribió también otra de Hartzenbusch, Los amantes de Teruel y una de Bernardin de Saint-Pierre (Pablo y Virginia). Muchas de estas óperas bufas fueron estrenadas por el empresario Arderius. Asimismo se dedicó al llamado «teatro por horas», donde mostró, según Mainer «su habilidad para escribir comedias breves, de gracia inmediata y un tanto de receta, parodias de un ambiente aún romántico y de una sociedad impostada e hipócrita».

 

También se dedicó al proverbio dramático, es decir el desarrollo de una acción teatral que termina con un proverbio o moraleja, que queda justificado por la acción. Un ejemplo es La procesión por dentro (1873)

 

A su muerte, un grupo de paisanos suyos recopilaron sus obras completas en 27 tomos. Especial interés tiene el volumen IV, titulado Memorias íntimas (1903), que recoge unas conferencias leídas en el Ateneo de Madrid y cuenta detalles curiosos de la Revolución de 1868 y de personajes a los que conoció, como Bécquer, Federico Balart, y otros.

 

Las colaboraciones de Blasco en El Museo Universal abarcan un período de unos dos años (mayo 1865 a julio de 1867). Empiezan y terminan con sendos poemas; entre estas composiciones encontramos desde el chascarrillo o la anécdota «Cuestión de lenguas», hasta el aforismo «Ideas sueltas» o el texto breve dialogado «Un caballero particular». Los cuentos tienen en común cierto tono satírico; el primero, «La cuestión de cuba», juega con la ambigüedad del título (en realidad es una cuba de vino); el otro trata un tema amoroso de manera ambigua (bien porque el relato no estaba perfilado, bien porque en la revista fundieron dos textos en uno).

 

Cuentos

 

Eusebio Blasco, «La cuestión de cuba», El Museo Universal, X,30 (29 de julio de 1866), pp. 238-240.

Eusebio Blasco, «El abanico», El Museo Universal, X, 37 (16 de septiembre de 1866), pp. 290-291.

  

Otras colaboraciones

 

Eusebio Blasco, «Favores y disfavores (En un álbum)», El Museo Universal, IX, 20 (14 de mayo de 1865), p. 159 [«No conocerte, y vivir…»].

Eusebio Blasco, «Apolo y Castalia», El Museo Universal, X, 32 (12 de agosto de 1866), p. 254 [«De amores desdeñado…»]

Eusebio Blasco, «Epigramas», El Museo Universal, XI, 26 (30 de junio de 1867), p. 207 [«A un militar muy cobarde…»; «Respóndame sin ficción…»; «Perdió al fin de su viaje…»]

Eusebio Blasco, «Cuestión de lenguas», El Museo Universal, XI, 27 (7 de julio de 1867), p. 215 [anécdota o chascarrillo]

Eusebio Blasco, «Un caballero particular», El Museo Universal, XI, 29 (20 de julio de 1867), p. 231) [texto breve dialogado]

Eusebio Blasco, «Ideas sueltas», El Museo Universal, 30 (27 de julio de 1867), p. 238. [chascarrillo o aforismo]

Eusebio Blasco, «Album poético ¡Muy liberal!», El Museo Universal, XII, 35 (29 de agosto de 1868), p. 279 [«La bella Consolación…»]

 

Joaquim Parellada

 

Bibliografía consultada

 

Celma, María Pilar, en Ricardo Gullón (director), Diccionario de literatura española e hispanoamericana, Alianza, Madrid, 1993.

Cortés, Narciso Alonso, “El teatro en el siglo XIX”, en Historia general de las literaturas hispánicas, IV-2ª parte, pp. 303 ss.

Enciclopedia Espasa

Hurtado, Juan y González Palencia, Ángel, Historia de la literatura española (3ª ed. corregida y aumentada), Tipografía de Archivos, Madrid, 1932, p. 921.

Mainer Baqué, José Carlos, “Blasco, Eusebio” en Gran Enciclopedia Aragonesa, Aragonali, Zaragoza, 1997-2001.

Mainer Baqué, José Carlos, “Literatura moderna y contemporánea” en Enciclopedia Temática Aragonesa, 7, Eds. Moncayo, Zaragoza, 1988.

Ossorio y Bernard, Manuel, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles, Ed. facsímil de la publicada en 1904, Ayuntamiento de Madrid, 2004, p. 49

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