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Mariano Roca de Togores

Marqués de Molins

 

Gracias a la larga vida de Mariano Roca de Togores (Albacete, 1812-Vizcaya, 1889), pudo señalar Marcelino Menéndez Pelayo en 1883 que el marqués de Molins tenía el raro privilegio de ser contemporáneo de tres generaciones literarias: la del mundo que pertenecía a Quintana, Lista y Gallego, la generación romántica, y la más joven de la que  el autor de la Historia de los heterodoxos españoles formaba parte: «Porque no sólo convivió materialmente con ellas, y no solo las vio de cerca, admitido, desde niño, en la intimidad y familiar trato de los más lozanos ingenios de una y otra, sino que fue parte activa y militante de ellas, como lo es hoy de la novísima grey literaria, con no menos bríos y gallarda juventud de espíritu que la que muestran otros que entonces y muchos años después solo tenían existencia en la mente del Supremo Hacedor". Lo cierto es que Mariano Roca de Togores representó con su vida y sus obras el paradigma del liberal moderado siempre a las órdenes de la corona, y el modelo literario del llamado «eclecticismo romántico» español.

 

Nacido en el seno de una familia de grandes de España, se educó en el Colegio de San Mateo con maestros como Alberto Lista y José Gómez Hermosilla, y compartió lecciones con jóvenes de la generación romántica como Juan de la Pezuela, futuro conde de Cheste, Espronceda, Ventura de la Vega, Gregorio Romero Larrañaga y Patricio de la Escosura. A estos se añadieron otros menos jóvenes que ya empezaban a ser conocidos en el mundo de las letras, -según advierte el mismo autor en su obra Bretón de los Herreros. Estudio crítico (1883)- como Antonio María Segovia, Agustín Durán, Bretón de los Herreros, Larra «que entonces hacía malísimos versos; Gil y Zárate, ya poeta dramático; Mesonero, autor de bizarros artículos y refundidor de Tirso y aún otros procedentes de anteriores tiempos»..., que frecuentaron las cátedras de matemáticas, literatura e historia que Lista estableció en su habitación tras cerrarse el colegio de San Mateo.

 

Compartió sus actividades periodísticas, literarias y académicas con sus responsabilidades políticas dentro del partido moderado. Formó parte de la tertulia El Parnasillo y contribuyó en la fundación del Liceo Artístico y Literario en 1837, en los mismos años en que colaboraría activamente en varias revistas y diarios madrileños: Cartas Españolas, El Artista, Semanario Pintoresco Español, El Español y La España. Ocupó desde 1831 diferentes cargos políticos encargándose en 1847 del ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas y del de Marina en 1848, entre 1851 y 1853, y entre 1874 y 1875. Fue miembro de varias Academias españolas que instauró (como la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales) o que ayudó a reorganizar, jugando un importante papel en la Real Academia Española, que dirigió entre 1865 y 1875.

 

Recibió a lo largo de su vida diferentes títulos y condecoraciones entre los que destacan los de nueva creación que le concedió la reina Isabel II en 1848 en agradecimiento a sus servicios: Vizconde de Rocamora y Marqués de Molins. Obtuvo la grandeza de España en 1863. Posteriormente, durante el reinado de Alfonso XII, se le confirió el Toisón de Oro y el Gran Cordón de la Legión de Honor, y el papa le hizo Gran Cruz del Cristo de la Santa Sede en 1885.

 

Abrazó los principios de la escuela romántica, inspirándose en el pasado nacional, aunque reprobó la libertad ilimitada conferida a la poesía y defendía el fin moral de toda obra literaria, razón por la cual consideraba algunas obras traducidas impías y escandalosas. Para Roca de Togores la poesía «es la más elevada expresión del pensamiento humano» que «ha de buscar en Dios, en la historia y en el corazón humanos sus eternos manantiales». De ahí que el pasado, representado bien por la historia bien por la tradición, sea para el escritor un bien consolador. En 1857 recogió sus Obras poéticas. Destacó en el cultivo de los romances, los más célebres recogidos en El romancero de la guerra de África (1860), y los romances históricos. En cuanto a su obra dramática señaló Enrique Ramírez de Saavedra, hijo del Duque de Rivas, que podría haber pasado a la historia de la literatura española como uno de los primeros introductores del romanticismo en el teatro español. Pero El duque de Alba, escrito en 1831, se estrenó quince años más tarde con el título La espada de un caballero, cuando la poética romántica era de sobras conocida en los escenarios españoles. Sin embargo, pudo gozar en vida del considerable éxito que le deparó su drama Doña María de Molina en 1837. El género menos frecuentado por el autor fue la novela (La manchega, 1873).

 

Mariano Roca de Togores colaboró en el Semanario Pintoresco Español durante el primer año de vida de la revista con cinco contribuciones: un artículo de costumbres valencianas que, según se señala en nota al pie, pertenecía a una novela, y dos históricos. En el primero, «La coronación de nuestros reyes», se conjugan la solidez de los conocimientos históricos del autor y su propósito divulgador. En el segundo,  el curioso «Historia de la calavera de un grande hombre», Roca de Togores expone con tono desenfadado y gracia exquisita las ajetreadas aventuras de los restos mortales de Diego Saavedra de Fajardo. De ese mismo año son dos de sus cuentos que destacan por una prosa de sorprendente calidad. «El marqués de Lombay» es un precioso relato inspirado en una anécdota de carácter más legendario que histórico, núcleo narrativo de muchos cuentos y romances, durante la primera mitad del siglo xix. En este caso el protagonista es San Francisco de Borja, uno de los antepasados del autor («Verdad es que son mis deudos/los Borjas y los Zangladas», declara en uno de sus romances). «La peña de los enamorados» es una leyenda de ambiente oriental, que también inspiró a otros autores de la época, y que gira en torno al motivo romántico del suicidio por amor. En ambos se aprecia esa visión nostálgica del pasado nacional, sea inspirado en acontecimientos históricos o legendarios, en el que se descubren los verdaderos valores morales modelo de comportamiento. Finalmente, en 1852 publica un madrigal, acompañado de la glosa del escritor José Heriberto García de Quevedo con quien compartía los últimos momentos del año 1851; poema comentado por Enrique Ramírez de Saavedra en el discurso necrológico escrito sobre el autor.

Firmó en la revista El Laberinto una extensa composición poética compuesta de tres romances titulada «Recuerdos de Salamanca».

 

Cuentos

 

R. de T., «El marqués de Lombay», Semanario Pintoresco Español, 15 (10 de julio de 1836), pp. 121-125. G

R. de T., «La peña de los enamorados», Semanario Pintoresco Español, 24 (11 de septiembre de 1836), pp. 193-195. G

 

Otras colaboraciones

 

R. de T., «Costumbres de Valencia. Les milacres», Semanario Pintoresco Español, 1 (abril de 1836), pp. 12-13. [Se señala en nota que forma parte de «una novela original descriptiva de Valencia].

R. de T., «Coronación de nuestros reyes», Semanario Pintoresco Español, 4 (24 de abril de 1836), pp. 33-34. G.

R. de T., «Historia de la calavera de un grande hombre», Semanario Pintoresco Español, 6 (8 de mayo de 1836), pp. 55.

Mariano Roca de Togores, «Comunicado», Semanario Pintoresco Español, 6 (8 de mayo de 1836), p. 56. [Rectificación del artículo «Coronación...»].

M. Roca de Togores, «Recuerdos de Salamanca», El Laberinto, II, 18 (16 de junio de 1845), pp. 243-244; 21 (7 de julio de 1845), pp. 267-268; 22 (14 de julio de 1845), pp. 275-276. [«Dejemos los viejos muros...»] [Gs.] [Firma de la segunda y la tercera entrega: Roca de Togores]

Mariano Roca de Togores, «Madrigal. Escrito el día 31 de diciembre de 1851... y glosado en la noche del mismo día por D. José Heriberto García de Quevedo», Semanario Pintoresco Español, 2 (11 de enero de 1852), pp. 14-15. [Madrigal: «Se deshace nuestra vida...»; Glosa: «¡Cuánta insensata ambición...»]

 

 

Montserrat Amores

 

Bibliografía Consultada

 

Ballesteros Dorado, Ana Isabel, «Roca de Togores Carrasco, Mariano; Marqués de Molins (1812-1889)», en Baasner, Frank y Francisco Acero Yus (Drs.), Doscientos críticos literarios en la España del siglo xix, CSIC, Madrid, 2007, pp. 741-748.

Menéndez Pelayo, Marcelino, «El Marqués de Molins», en Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, CSIC, Madrid, 1942, IV, pp. 289-300.

Ramírez de Saavedra, Enrique, El Marqués de Molins y sus obras literarias. Discurso necronológico, Imprenta Calle de San Isidro, 1902.

Roca de Togores, Mariano (Marqués de Molins), Bretón de los Herreros. Recuerdos de su vida y de sus obras, Imprenta y Fundición de M. Tello, Madrid, 1883.

Sales Dasí, Emilio José, «El Marqués de Molins: "un caballero a lo divino"», Boletín de la Real Academia Española, LXVII, 242 (septiembre-diciembre de 1987), pp. 427-442.

Segovia, Ángel María, Figuras y figurones: biografías de los hombres que más figuran actualmente, así en política como en las armas, ciencias..., Imprenta de Figurones, Madrid, 1881, X, pp. 131-150.

 

 

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