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Buscador · Informe de cuentos · «El marqués de Lombay »

Título: «El marqués de Lombay»
Variantes del título:
Autor: Roca de Togores, Mariano - (Roca de Togores, Mariano)
Revistas: Semanario Pintoresco Español, -, 15 (10 de julio de 1836), pp. 121-125.
Volúmenes: Obras de D. Mariano Roca de Togores, marqués de Molins, Imprenta y Fundición de M. Tello, Madrid, 1883, pp. II, 23-44.
Variantes: En la segunda versión del cuento, Roca de Togores alarga el capítulo final, mermando la intensidad del relato.

 

Resumen: A mediados del siglo XVI y en la corte de Toledo, el marqués de Lombay, cabrerizo de la reina de Castilla y León y emperatriz de Portugal, Isabel de Portugal, manifiesta sus escrúpulos por sentirse enamorado de su ama. Una mañana de abril de 1539, durante las celebraciones de las cortes del reino, se encuentra casualmente a solas con la reina en una batida de caza, y doña Isabel da a entender su inclinación por el marqués. Aquella noche, en el oratorio, el caballero muestra ante Dios su crisis de conciencia, pues sabe cuáles son sus deberes como esposo y caballero, pero no puede ahogar sus sentimientos. En ese momento, su esposa, doña Leonor, interrumpe sus pensamientos: debe acudir inmediatamente a ver al emperador, Carlos V, quien le anuncia que la reina ha muerto repentinamente y, tras agradecer su dedicación y compartir con él su dolor, le ordena que lleve el féretro a Granada, donde debe ser enterrada.


Traspasado de dolor, el marqués de Lombay conduce los restos mortales de la reina, acompañado de una larga comitiva, hasta las puertas de la ciudad. En la calle de los Gomeles, según costumbre, los reyes de armas preguntan por tres veces quién llama y el cabrerizo de doña Isabel contesta: «Abrid a la reina». Poco después, en la capilla de la catedral de Granada en la que están enterrados los Reyes Católicos y donde debían reposar los restos de la emperatriz, el prelado necesita la identificación del cadáver. Al abrir la puertecilla del ataúd es tal la pestilencia que todos los caballeros se alejan del féretro, salvo el marqués de Lombay, que llama por tres veces a la reina y poco después añade: «La reina ha muerto». El arzobispo y los caballeros preguntan entonces al marqués si reconoce a su ama y este contesta con la célebre frase: «Sí, [...] pero yo os juro que no serviré más a dueño que se me pueda morir». Todos los caballeros juran entonces junto al marqués y se procede al entierro de los restos de la emperatriz. A partir de entonces el marqués de Lombay inició su retraimiento del mundo para acabar ordenándose religioso de la Compañía de Jesús. Años después, Clemente X celebra en Roma la canonización de san Francisco de Borja, primer marqués de Lombay.

Temas, motivos y tipos: Amor trágico. Lealtad. Muerte. Dolor. Virtud.
Aspectos formales: Dividido en cinco capítulos más una conclusión encabezados por un breve título, el narrador omnisciente, tras una breve introducción, dispone los acontecimientos mediante escenas: el encuentro durante la cacería entre doña Isabel y el marqués; la protagonizada por el cabrerizo de la reina a solas en el oratorio, en la que destaca el monólogo interior de Lombay interrumpido por su mujer; el breve diálogo entre el emperador y el marqués; y el titulado «Lombay», en el que asistimos a las últimas disposiciones del protagonista y la célebre escena en la que se profiere la frase que inspira el relato histórico-legendario. Como en el caso de «La peña de los enamorados», la estructura del cuento se basa en el fragmentarismo y la elisión de información que el lector reconstruye conforme avanza el relato. De esta forma, mediante una selección de cuadros, Roca de Togores consigue construir este episodio en el que destaca la solidez de conocimientos históricos en los que el suceso de asienta -pues pueden verificarse históricamente muchos detalles del cuento-, a la vez que se suma la profunda recreación de los sentimientos y escenas que inspiran el relato, plenamente acordes con el pensamiento del autor.

Sección:
Observaciones: Grabado en la portada del número de la revista. Firmado por Tarua a la izquierda y C.L.A. a la derecha.


La anécdota histórica ha inspirado a pintores y escritores a lo largo de los siglos. Goya pintó en 1788 dos cuadros alusivos a San Francisco de Borja, «San Francisco de Borja despidiéndose de su familia» y «San Francisco de Borja con el moribundo impenitente», que le encargaron los duques de Osuna para la Catedral de Valencia. José Moreno Carbonero pintó en 1874 «La conversión del duque de Gandía» inspirado en la muerte de la Emperatriz, preciosa ilustración de la escena final de este cuento.


Para las fuentes literarias antiguas, Roca de Togores se sirvió de las noticias que Juan Eugenio de Hartzenbusch escribió en la introducción a las Comedias de don Pedro Calderón de la Barca para la edición de la Biblioteca de Autores Españoles publicada entre 1872 y 1886. La comedia de Calderón, que no se publica en la colección, se titula San Francisco de Borja. En el tomo cuarto de las Comedias se editaron El fénix de España, San Francisco de Borja, comedia del padre Diego de Calleja, de la compañía de Jesús y San Francisco de Borja, duque de Gandía, comedia del padre Pedro de Fomperosa, escrita sobre una que escribió don Pedro Calderón de la Barca. El duque de Rivas escribió en 1838 un romance titulado «El solemne desengaño», cuyo núcleo central es la misma anécdota que esta de Mariano Roca de Togores. Ramón de Campoamor se inspira también en el supuesto amor platónico del marqués al escribir un breve poema titulado «Amores en la luna»; y, finalmente, también Pedro Antonio de Alarcón utiliza una entrevista histórica entre Carlos I y el marqués de Lombay en el Monasterio de Yuste, para hacer que este último refiera a su señor su amor inconfesado por la emperatriz, en «Dos retratos» de Historietas nacionales.

Clasificación genérica: Histórico. Legendario.

Montserrat Amores

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