GICES XIX UAB


Ministerio de Ciencia e Innovación

Buscador » Informe de Autor » "Palacio, Manuel del"

Manuel del Palacio

 

 

Manuel del Palacio fue el poeta satírico y festivo más célebre de la España del siglo XIX y dejó una gran herencia poética. Además de las composiciones en verso, participó en obras teatrales, como actor y dramaturgo, y escribió numerosos artículos en diferentes publicaciones periódicas del XIX. 

 

Nació en Lérida, aunque no se conoce con exactitud su fecha de nacimiento. Mientras Francisco Javier Voces Ergueta y José Luis Gordillo afirman que nació el 24 de diciembre de 1832, otros atestiguan que fue el 25 de diciembre de 1831. Por su parte, el mismo autor asegura en Mi vida en prosa: crónicas íntimas que lo hizo el año 1831. Murió el 6 de junio de 1906 en Madrid. Fue hijo del militar y tesorero Simón del Palacio y de Catalina Simó y tuvo tres hermanos más: el mayor, José, y Luis y Ángel que eran menores que él.

 

Como hijo de militar, su infancia fue itinerante debido al trabajo del padre, quien, tras pedir y obtener el retiro militar, llevó a su familia a Madrid en el año 1837, aunque José Luis Gordillo, su biógrafo, sostiene que fue en 1838. Allí se hospedaron en la platería de Martínez, residencia del coronel Cabrero, viejo amigo del padre. Este consiguió trabajo en la Tesorería de Rentas de Soria y, por consiguiente, la familia tuvo que trasladarse de nuevo; tal y como él mismo aseguró: «es esta ciudad la que más señalado lugar ocupa en mi memoria». Durante los primeros años que pasó en Madrid, de los 14 a los 18 años, no mostró interés por la política, pero se puede asegurar que la influencia de la educación paterna, de Santiago Alonso Cordero, amigo de la familia, y los cambios múltiples de presidencia en España pudieron afectar a la gestación de su animadversión hacia el sistema político español.

 

En 1864 publicó, por vez primera, unos versos en el semanario Los hijos de Eva de Ventura Ruiz Aguilera. Ese mismo año trasladaron al padre a Granada y de nuevo la familia Palacio tuvo que mudarse. Tras la adaptación, consiguió el puesto de tesorero y conductor de caudales en Hacienda y el poeta entró en contacto con alguno de sus más allegados colegas. También se unió a «La Cuerda Granadina», tertulia literaria organizada por un grupo de bohemios postrománticos que se reunían en diversos puntos de la ciudad con el fin de activar la cultura y el arte local. Estos se dieron a conocer bajo el nombre de nudos y su labor se publicó en distintos periódicos: El Eco de Occidente, en el que publicaba Pedro Antonio de Alarcón; Fray Chirimiqui Andana; La Constancia, en la que colaboraba Rafael Contreras; y El Granadino, donde Manuel del Palacio inició su carrera periodística. Dicha tertulia dominó la prensa del momento imponiendo sus ideales políticos y criterios culturales. En ella, Manuel del Palacio se apodó Fenómeno y desarrolló su fuerte temperamento político.

 

Con casi 23 años, en 1854, regresó a la capital con el objetivo de conquistarla literariamente de la mano de Pedro Antonio de Alarcón y Leandro Pérez Cossío, con quienes protagonizó, antes de la partida, un levantamiento en Granada. Una vez establecido en Madrid se incorporó a El Látigo y más tarde a La Discusión y El Pueblo, donde empezó a escribir versos contra el gobierno liberal y, a su vez, entró en contacto con personajes importantes de la política coetánea como Pi y Maragall o Castelar. Muchos de los artículos que publicaba eran denunciados, aunque ello no fue impedimento alguno para que frenase su pluma o limitase el número de sus lectores;  gozó de gran popularidad como aseguró Octavio Picón: «esta fue su época de gacetillero batallador, durante la cual llegó a tener una popularidad sólo comparable a la de aquellos descaradísimos poetas franceses de tiempo del Directorio, cuyas canciones callejeras, desenvueltas y a veces injuriosas, enfurecían a ministros y polizontes, siendo en cambio regocijo de agitadores y revolucionarios». En 1857 se convirtió en Secretario de la Redacción y Representante de La Discusión y cada vez más se evidencia su obsesión por la política.

 

Tomó posesión de Madrid en solo cuatro años: se codeó con las figuras más emblemáticas del momento, dispuso de entrada libre en las tertulias más famosas y reconocidas, así como en los bailes, teatros y redacciones. No obstante, su rechazo al sistema político le privó del acceso a otras entidades. De hecho, su actitud contraria le llevó al destierro, junto con una multa de cincuenta duros. Aun así, la condena no fue respetada. Asimismo, en mayo de 1867 fue detenido en la cárcel de la Villa (el Saladero) durante cuatro días. Después lo trasladaron a Cádiz y desde allí fue deportado a Puerto Rico. Como no se impuso un plazo de este expulsión, Manuel del Palacio volvió a España a principios del año siguiente. Octavio Picón constata que este hecho marca el final de una etapa rebelde: «esto termina aquella primera época de su vida, durante la cual el exceso de ardimiento político, siempre absorbente y desfavorable a la calma propia de los estudios literarios, retrasó el desarrollo de las facultades poéticas en él ingénitas y que pronto llegaron a su completa madurez».

 

En 1864 fundó el periódico Gil Blas (1864-70) junto con Luis Rivera en el que constató claramente su carácter satírico e hilvanó duros escritos contra la política española. De hecho, estas composiciones y artículos causaron verdadero pavor a los gobiernos liberales. Al decir de Octavio Picón, la labor en dicho periódico fue la campaña más ruidosa que protagonizó Manuel del Palacio. Asimismo, colaboró en los periódicos más conocidos del momento como La Discusión, La Iberia, El Liberal, El Universal, El Porvenir, El Imparcial, Revista Contemporánea, El Museo Universal, La Correspondencia de España, La Época, entre muchos otros. Por otro lado, realiza un extraordinario trabajo como zarzuelista en los distintos teatros de la capital.

 

En el año 1868 se le ofreció el cargo político de diplomado en Florencia. No dudó en aceptarlo y residió en la ciudad italiana durante un año, aproximadamente. Allí se fraguó su faceta más madura y se convirtió en un gran escritor. De hecho, Octavio Picón aseguró que estos años fueron «pródigos de enseñanza para ingenios tan perspicaces como el suyo». El 1 de enero de 1870 se casó con Asunción Fontán y tuvieron dos hijos: María y Eduardo.

 

Su labor en el mundo de las letras abarcó diversas actividades: por un lado, colaboró en publicaciones como el Museo Cómico o Tesoro de los chistes (1863-1864), recopilación de anécdotas, fábulas, cuentos, chistes, etc. cargada de un gran cariz lúdico, junto con Luis Rivera. Poco tiempo después, ambos escritores, con la ayuda de Narciso Serra, publicaron Cabezas y calabazas (1864), que contiene una serie de retratos dispuestos en diferentes secciones: «políticos y banqueros», «literatos y artistas», «actores y cantantes», «toreros y aficionados», «especialidades», «desconocidos» y «poesías varias». Por otro, escribió en solitario obras en verso, las cuales suelen ser poco extensas e inspiradas en contextos coetáneos: De Tetuán a Valencia haciendo noche en Miraflor (1865), un conjunto de más de una centena de poemas de talante político con el fin de arremeter en contra de O’Donell (duque de Tetuán), Narváez (duque de Valencia) y Manuel Pando Fernández de Pineda (marqués de Miraflores); Un liberal pasado por agua (1868-1869), que recoge los versos de la época más agitada del autor, puesto que reúne los poemas publicados en el periodo que gira en torno al destierro; Cien sonetos políticos, filosóficos, biográficos, amorosos, tristes y alegres (1870), corpus poético de sonetos muy variado, el cual fue alabado por muchos críticos coetáneos, como Sánchez Moguel, Banco García o Picón; Melodías íntimas. Sonetos, canciones y coplas (1884) y Huelgas diplomáticas (1887), de gran eco en la época también y de carácter recopilatorio ambos conjuntos; y En serio y en broma (1904), última publicación de los versos en vida del autor. De su cualidades como poeta dudaba Clarín, quien en 1889 arremetió contra su destreza poética llamándolo medio poeta. Con ello, se desató una cruda polémica entre ambos escritores.

 

También publicó algunas obras misceláneas en verso y prosa: Doce reales en prosa y algunos versos gratis (1864), que consta de varios cuentos, artículos, poesías y novelas que describen de manera burlesca las costumbres de la época y sus ideales políticos; Letra menuda (1877), obra con la que pretende el autor recopilar su legado literario ordenándolo cronológicamente, aunque por no recordar con exactitud las fechas de las publicaciones no fue posible llevar a cabo dicho cometido; y Fruta verde. Misceláneas en verso y prosa (1881), que contiene publicaciones festivas y triviales publicadas en los periódicos.

 

Además, también escribió leyendas, cuentos y poemas, de los cuales cabe destacar El hermano Adrián (1881), Juan Bravo, El Comunero (1881), Veladas de otoño. Leyendas y poemas (1884), Blanca, historia inverosímil (1885) y El niño de nieve (1889). A finales de siglo recopiló sus mejores poesías bajo el título de Chispas (1894), las cuales fueron publicadas semanalmente en uno de los periódicos de más prestigio de la capital, El Imparcial.

 

Por último cabe mencionar algunas obras que Francisco Javier Voces Ergueta ha denominado «obras menores de datación dudosa» en su tesis doctoral: La Creación, El amor, las mujeres y el matrimonio y Un soldado de ayer, las cuales han llegado a manos de la crítica con demora.

 

En 1856 publicó una poesía amorosa en el Semanario Pintoresco Español. Un año después inició su colaboración en la revista El Museo Universal. En ella escribió tres cuentos: «La cueva de Zampoña», la narración más convencional que publicó en la revista;  «¡Dios mejora sus horas! Escenas de la vida íntima», un cuento de estructura curiosa, en el que se relatan diversas escenas de un día sin existir un narrador que hilvane las escenas; y «Dieu protege la France (Historia de Napoleón). (Escena de la vida literaria)», una historia en la que el amor no vence las diferencias sociales. También publicó varias poesías en el semanario: algunas de cariz amoroso, como por ejemplo «Dos amores. Soneto» o  «A una mujer. Soneto»; otras de carácter más reivindicativo: «El carnaval» o  «La romería de San Isidro»; también se encuentran de carácter reflexivo, como «La vid y el abeto», entre otras. Asimismo escribió algunos artículos de costumbres, como por ejemplo «Costumbres. No como en casa», «Otros dos días en San Lorenzo del Escorial» o «La puerta del Sol. (Costumbres)» y algunas descripciones de los lugares más emblemáticos de Madrid: «La calle de Alcalá».  Además, vieron la luz algunas reseñas de otros autores,  «Don Antonio García Gutiérrez y su última producción dramática» o «Jorge Ronconi», reflexiones de carácter filosófico, como «Los años» y algunas traducciones e imitaciones: «Suspiros. (Imitación del portugués)», «El puente (Imitación de V. Hugo)» o «El arroyo. Imitación de Schiller».

 

CUENTOS

 

Manuel del Palacio, «La cueva de Zampoña», El Museo Universal, I, 6 (31 de marzo de 1857), pp. 46-47.

Manuel del Palacio, «¡Dios mejora sus horas! Escenas de la vida íntima», El Museo Universal, IV, 16 (15 de abril de 1860), pp. 126-127.

Manuel del Palacio, «Dieu protege la France (Historia de un Napoleón)», El Museo Universal, IV, 22 (27 de mayo de 1860), p. 175; 23 (3 de junio de 1860), pp. 183-184.

 

OTRAS PUBLICACIONES

 

Manuel del Palacio, «Desafío», Semanario Pintoresco Español, 8 (24 de febrero de 1856), p. 64 [«En vano a mirarte tus ojos se atreven…»]

Manuel del Palacio, «Costumbres. No como en casa», El Museo Universal, I, 1 (15 de enero de 1857), pp. 6-7.

Manuel del Palacio, «Lo que yo busco en la feria», El Museo Universal, IV, 41 (7 de octubre de 1860), p. 327. [«Para lucir las miserias…»]

M. del Palacio, «La vid y el abeto», El Museo Universal, V, 1 (6 de enero de 1861), p. 8. [«De dorados racimos coronado…»]

M. del Palacio, «El carnaval», El Museo Universal, V, 6 (10 de febrero de 1861), p. 47. [«Llegó la estación hermosa…»] [Gs.]

M. del Palacio, «La romería de San Isidro», El Museo Universal, VI, 20 (18 de mayo de 1862), p. 157-158. [«¿Omnibus en las plazuelas…»] [Gs]

M. del Palacio, «Dos amores. Soneto», El Museo Universal, VII, 1 (4 de enero de 1863), p. 7. [«Te amé cuando en la senda de la vida…»]

M. del Palacio, «Al borde de una tumba. Soneto», El Museo Universal, VII, 2 (11 de enero de 1863), p. 15. [«Pequé, Señor; mas no porque he pecado…»]

M. del Palacio, «En la playa», El Museo Universal, VII, 3 (18 de enero de 1863), pp. 22-23. [«Otra vez, Océano, del destino…»]

M. del Palacio, «A una mujer. Soneto», El Museo Universal, VII, 15 (12 de abril de 1863), p. 118. [«Ya de mi amor la confesión sincera…»]

P., «Cuento. (Epigrama)», El Museo Universal, VII, 21 (24 de mayo de 1863), p. 167. [«Cayó cierta vez un rayo…»] (E. P.)

M. del Palacio, «Azul y negro», El Museo Universal, VII, 21 (24 de mayo de 1863), p. 167. [«Lo mismo que mis ojos…»]

M. del Palacio, «La calle de Alcalá», El Museo Universal, VII, 6 (19 de julio de 1863), p. 227. [G.]

M. del Palacio, «En un álbum», El Museo Universal, VII, 31 (2 de agosto de 1863), p. 247. [«Las ondas azules que besan la playa…»]

M. del Palacio, «Madrigal», El Museo Universal, VII, 31 (2 de agosto de 1863), p. 247. [«Como la flor al rayo…»]

M. del Palacio, «En la catedral de Córdoba. Improvisación», El Museo Universal, VII, 34 (23 de agosto de 1863), p. 271. [«¡Aquí está Dios! Su espíritu increado…»]

M. del Palacio, «¡Treinta años! Soneto», El Museo Universal, VII, 37 (13 de septiembre de 1863), p. 295. [«Heme lanzado en la fatal pendiente…»]

M. del Palacio, «A una máscara», El Museo Universal, VII, 41 (1 de octubre de 1863), p. 326. [«En vano el rostro velas; le adivino…»]

M. del Palacio, «Al concluir el año. Balada», El Museo Universal, VII, 52 (27 de diciembre de 1863), p. 416. [«No todos cuentan lo mismo…»]

M. del Palacio, «Los años», El Museo Universal, VIII, 1 (3 de enero de 1864), p. 6.

M. del Palacio, «Suspiros. (Imitación del portugués)», El Museo Universal, VIII, 5 (31 de enero de 1864), pp. 38-39. [«Suspiros, ¿qué pretendéis…»]

M. del Palacio, «Los teatros por dentro», El Museo Universal, VIII, 6 (7 de febrero de 1864), p. 48. [G.]

P., «Don Antonio García Gutiérrez y su última producción dramática», El Museo Universal, VIII, 9 (28 de febrero de 1864), p. 67. (E. P.)

M. del Palacio, «Jorge Ronconi», El Museo Universal, VIII, 11 (13 de marzo de 1864), p. 86. [G.]

M. del Palacio, «Antes y después. Contraste», El Museo Universal, VIII, 11 (13 de marzo de 1864), p. 87. [«Niña que está enamorada…»]

M. del Palacio, «Letrilla», El Museo Universal, VIII, 15 (10 de abril de 1864), p. 119. [«Me juras, Adela hermosa…»]

M. del Palacio, «La puerta del Sol. (Costumbres)», El Museo Universal, VIII, 30 (24 de julio de 1864), pp. 238-239. [Gs.]

P., «Correspondencia de Guipúzcoa. (Cartas dirigidas a D. José Puiggari)», El Museo Universal, IX, 43 (22 de octubre de 1865), pp. 339-340; 44 (29 de octubre de 1865), pp. 347-350; 45 (5 de noviembre de 1865) pp. 358-359; 47 (19 de noviembre de 1865), pp. 373-374. (E. P.)

Manuel del Palacio, «Los vientos. Boceto de un poema», El Museo Universal, X, 7 (18 de febrero de 1866), p. 55. [«Es alta noche y con atento oído…»]

P., «Apuntes sobre una excursión a El Escorial», El Museo Universal, X, 13 (1 de abril de 1866), pp. 102-103. (E. P.)

P., «Otros dos días en San Lorenzo del Escorial», El Museo Universal, X, 14 (8 de abril de 1866), pp. 110-111.

M. del Palacio, «Las iniciales», El Museo Universal, X, 34 (26 de agosto de 1866), p. 270.

M. del Palacio, «El puente (Imitación de V. Hugo)», El Museo Universal, XI, 3 (3 de febrero de 1867), p. 39. [«Solo, y transida de dolor el alma…»]

Manuel del Palacio, «Un día de ayuno. (Escena de la vida literaria)», El Museo Universal, XI, 11 (17 de marzo de 1867), pp. 82-83.

M. del Palacio, «El arroyo. Imitación de Schiller», El Museo Universal, XI, 13 (31 de marzo de 1867), p. 103. [«Ese arroyuelo que ves…»]

M. del Palacio, «En un álbum», El Museo Universal, XI, 16 (21 de abril de 1867), p. 127. [«Ayer eras crisálida…»]

M. del Palacio, «Milagros (Traducida del Alcardi)», El Museo Universal, XIII, 18 (2 de mayo de 1869), p. 143. [«Un convento hay en Castilla…»]

Manuel del Palacio, «Descubrimiento. (Traducción del Alcardí)», El Museo Universal, XIII, 19 (9 de mayo de 1869), p. 151. [«Ayer, en tu jardín que el Arno baña…»]

 

Christian González

 

BIBLIOGRAFÍa consultada

 

Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Espasa-Calpe, Madrid, cop, 1989, tomo 41, pp. 34-35.

Gordillo Coucières, José Luis, Vida de Manuel del Palacio con Madrid de fondo Albatros, Valencia, 2000.

Picón, Jacinto Octavio, «Prólogo» en Poesías escogidas de Manuel del Palacio, Real Academia Española, 1916, en red: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poesias-escogidas--1/html/fef3bb6e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.htm

Ossorio y Bernard, D. Manuel, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX, Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 2004, ed. facsímil.

Palacio, Manuel del, Mi vida en prosa: crónicas íntimas, Librería General Victoriano Suárez, Madrid, 1904

Voces Ergueta, Francisco Javier, La obra en verso y en prosa de Manuel del Palacio, Universidad de Valladolid, 2003, en red:http://media.cervantesvirtual.com/s3/BVMC_OBRAS/ffe/8d9/dc8/2b1/11d/fac/c70/021/85c/e60/64/mimes/ffe8d9dc-82b1-11df-acc7-002185ce6064.pdf

 

 

Imprimir