Título: | «El clavel de la Virgen. (Cuento de vieja)» |
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Variantes del título: | |
Autor: | Orellana, Francisco José de |
Revistas: | Semanario Pintoresco Español, -, 50, 51 (15 de diciembre de 1850; 22 de diciembre de 1850), pp. 396-400, 402-405. |
Volúmenes: | |
Variantes: | |
Resumen: | En una aldea de las Alpujarras vivía en el mayor desamparo una infeliz criatura de nombre Solita, que era jorobada, falta de hermosura y de naturaleza raquítica. El día de la fiesta de San Juan, esta joven, temerosa de las burlas de los vecinos, se adentró en las profundidades de un bosque y fue a parar junto a una cascada. Allí se quedó dormida hasta que la despertó el canto de un Niño, todo de oro, que recitaba hermosas coplas de amor. La invitó a que le acompañara a su palacio encantado. Solita accedió y, ya una vez en la mansión opulenta y maravillosa, se transformó en una hermosísima doncella. Su amante se reunía con ella todos los días y la agasajaba. Le contó que había sido víctima de un encantamiento del que solo ella podía librarle, si le era fiel durante tres meses. La joven se lo prometió, pero no contaban con un astuto enemigo, un moro africano llamado Bay, que empezó a utilizar toda suerte de estratagemas para excitar la vanidad de la doncella, incitándola a que recuperase su libertad antes del plazo fijado. Solita se dejó al final convencer y regresó a la aldea para asombro de todos los vecinos un día en que se celebraba la fiesta religiosa del clavel de la Virgen. Consistía en una puja por adquirir la flor natural que portaba la figura religiosa. Entre los asistentes se encontraba un joven conde, quien al contemplar la belleza de Solita quedó inmediatamente prendado de ella y quiso ganar la puja con el ánimo de conquistarla, después de rivalizar con un desconocido que no era otro que el amante encantado de la chica. Solita quedó complacida de esta muestra amorosa del noble, pero también se sentía desconsolada por haber roto su promesa. A la tercera noche de los festejos, arrepentida, se marchó al palacio encantado. El conde y su gente salieron en su busca sin dar con ella. De nuevo en la mansión, el clavel de la Virgen obró el milagro de deshacer el encantamiento, recobrando el Niño su primitiva figura de un moro apuesto, al tiempo que se desataban violentamente las fuerzas de la naturaleza. Solita lo convirtió al cristianismo y en ese momento se esfumaron todas sus visiones fantásticas. El conde, mientras tanto, pudo salir vivo de los peligros del vendaval y del terremoto, al cabo de lo cual encontró a la doncella que había sufrido un desmayo. Tenía junto a ella un cofre con ricas joyas y un pliego donde se leía que era hija natural de una marquesa, quien la había abandonado apenas nacer, pero que lloraba su pérdida. El conde y Solita se casaron y la marquesa acabó por reconocer a su hija. |
Temas, motivos y tipos: | Amor. Ayudante sobrenatural. Fiesta tradicional. Naturaleza. Culto religioso. Fidelidad. Objetos mágicos. Prueba del pretendiente. Rivalidad amorosa. Origen desconocido. Reconocimiento. |
Aspectos formales: | Este cuento folclórico está escrito con la técnica propia del género: en tercera persona, bajo un punto de vista objetivo, en el marco de un tiempo pasado e indeterminado y un núcleo de la acción que transcurre de forma lineal durante tres meses, con escenas puntuales dentro de una aldea, la naturaleza de su entorno y un palacio encantado. Está dividido en nueve capítulos con números romanos, cada uno de ellos con un título. Se incluyen varias composiciones líricas y se mezcla la narración con las descripciones y los diálogos. El mundo animal desempeña un papel narrativo y se le presta voz humana. |
Sección: | |
Observaciones: | El capítulo VIII, con el título de «Entre paréntesis», interrumpe la acción para dirigirse al lector, a quien le concede el papel de receptor activo para juzgar el cuento, además de informarle que este se lo dedica a Carolina Coronado, «hermana de la deliciosa Jarilla», aunque el autor no la conozca personalmente. |
Clasificación genérica: | Folclórico. Maravilloso. Religioso. Sentimental. |
Enrique Miralles García |