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Título: «Las tres feas. Cuento mozárabe»
Variantes del título:
Autor: Giménez Serrano, José
Revistas: Semanario Pintoresco Español, -, 38, 39 (22 de septiembre de 1850; 29 de septiembre de 1850), pp. 298-301, 309-311.
Volúmenes:
Variantes:
Resumen: En tiempo de los árabes, era Mira Flores, o Espejo de Jardines, un lugar agrícola poblado por bellas mujeres y mancebos de singular ingenio. Las flores que allí se cultivaban adornaban los jardines de los reyes. Atraídos por la belleza de las damas, pronto se instalaron allí forasteros que se cruzaron con los lugareños. Reinaba la sensualidad y el lugar pasó a llamarse Peligros. Tal fama y soberbia alcanzó la población que uno de sus habitantes se proclamó profeta y quiso enfrentarse al emir de Granada. Pero el monarca, furioso, buscó venganza y mandó a su guardia de etíopes y mamelucos arrasar la ciudad. Recurrió, asimismo, a un capitán colosal, un tigre hircano que formó un ejército de lamtunis. Galoparon a través de la vega granadina en dirección al lugar. A medio camino, sin embargo, los lamtunis fueron sorprendidos por un grupo de hermosas amazonas que venían cantando y tañendo instrumentos. La furia se volvió mansedumbre y el enemigo sucumbió al canto de las sirenas.


El emir soportó mal la rendición y cabalgó él mismo con más hombres hacia el poblado rebelde. En el viaje lo sorprendió una hermosa espigadora que lo entretuvo con sus cuitas. Estaba en realidad al servicio de los lamtunis, que se habían pasado de bando y atacaron a las fuerzas del rey. Abrazado a la espigadora, que montaba la grupa del caballo, el emir regresó a Granada. Allí, hizo que vistiera el traje de las favoritas y preparó un banquete íntimo al son del laúd de una negra ciega. La espigadora bailó una danza frenética, que arrastró al emir al son de las castañuelas hasta que cayó exhausto. Entonces, la bella sacó unas tijeras, rapó la barba del monarca y le hizo unas orejas de burro con las puntas del turbante antes de deslizarse por la ventana, atada a una improvisada cuerda que confeccionó con un chal persa.


Al emir no le cupo ya la menor duda de que Peligros estaba dominado por egipcios de grandes poderes y convocó a los más grandes magos para hacerles frente. Pero estos se negaron y se les aplicaron duros castigos. Viendo, pues, que nada podía, el emir pidió ayuda al diablo, quien se brindó a llevarse el poblado de Peligros a cambio del alma del rey y de un barrio de Granada.


Vivían entonces en el barrio mozárabe de Peligros unas trillizas, jóvenes cristianas virtuosas, llamadas Dolores, Angustias y Martirio. Eran muy feas y su monstruosidad llamaba la atención en aquel paraíso de la belleza y el vicio, pero todo lo sufrían con paciencia, ocultas en una cueva.


Poco después de que el emir pactara con el diablo, Peligros celebró fastuosamente la vendimia. Al amanecer, una fuerte tormenta y un terremoto producidos por Satanás abrieron un profundo barranco que se tragó a casi toda la población. Sobrevivieron las feas, que no dejaron de rezar ni de pronunciar el nombre de Jesús. Sus oraciones evitaron que todo Peligros desapareciera. Quedaron en pie tres zonas, adonde acudieron las trillizas a socorrer a los supervivientes. Entre tanto, el diablo se presentó al emir exigiendo su paga. Este se resistió y quiso enfrentarse al Maligno, que lo convirtió en caballo y le cortó la cabeza. El narrador concluye con una moraleja que pondera la belleza espiritual por encima de la belleza física.


 

Temas, motivos y tipos: Moros y cristianos. Degradación moral. Pacto con el diablo. Castigo. Muerte violenta. Virtud.
Aspectos formales: Relato fundacional planteado como una retrospección de un narrador cronista que se modula hacia la omnisciencia. Ritmo narrativo moroso que combina acción con descripciones muy prolijas.


 

Sección:
Observaciones: Hay error en Simón Díaz, que subtitula «Cuento moral».

Clasificación genérica: Fundacional. Legendario. Moral. Oriental.

Teresa Barjau

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