Título: | «El barbero de un valido. Crónica del siglo XV» |
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Variantes del título: | |
Autor: | Gil y Baus, Isidoro |
Revistas: | Semanario Pintoresco Español, -, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11 (16 de enero de 1848; 23 de enero de 1848; 30 de enero de 1848; 31 de enero de 1848; 13 de febrero de 1848; 20 de febrero de 1848; 5 de marzo de 1848), pp. 22-24, 28-29, 37-39, 43-45, 55-56, 59-60, 79-80, 85-87. |
Volúmenes: | |
Variantes: | |
Resumen: | Maese Blas, barbero de la plaza de Évora, ha vivido sumido en la miseria en los últimos tiempos de Alfonso V, porque el rey ha prohibido a sus súbditos que se rapen las barbas. En 1481, cuando accede Juan II al trono y levanta la prohibición, la fortuna empieza a sonreír al barbero, que inicia una carrera ascendente arrimado a la corte. El nuevo monarca es amigo de pecheros, perseguidor de nobles y eclesiásticos y pronto se comporta como un tirano. Desde una posición privilegiada, a lo largo del reinado, maese Blas será testigo de dos de los acontecimientos más trágicos del período. Un amanecer de 1483 unos hombres irrumpen en el establecimiento que regenta en Évora y encierran en el desván a un caballero misterioso que no es otro que el duque Fernando II de Braganza, el cual será conducido desde esa prisión al cadalso. Dos años más tarde, maese Blas se encuentra en Setúbal durante las fiestas de Corpus. Ha dejado a su mujer en Évora, porque ahora es barbero de corte. En su nueva condición, se ha ganado el favor del camarero y valido del rey, Antonio Faria, por el que se entera de que los nobles del reino, encabezados por el duque de Viseo, han organizado un complot para asesinar al monarca mientras desfila en la procesión. Un arcabucero situado en lo alto de un edificio ha de disparar contra él a una señal de los nobles que lo acompañan. Efectivamente, poco después, maese Blas es testigo del fracaso del magnicidio, pues el Rey, al corriente de la conspiración, se agacha cuando ve la señal convenida y evita el proyectil. La terrible reacción de Juan II no se deja esperar. Acabadas las fiestas, cuando parte de la nobleza ha abandonado ya Setúbal, envía emisarios para hacer regresar a los nobles. Uno de los requeridos es el duque de Viseo, que va a ser mortalmente apuñalado en el guardarropa de palacio, que tiene abierta de par en par una ventana que da al mar. Maese Blas, que ha salido a pasear por la playa, es testigo accidental de la ejecución, aunque no identifica a los protagonistas por hallarse demasiado lejos. Poco después, reclaman sus servicios en la corte y allí, de nuevo, es testigo mudo de una escena sublime en que dos nobles maniatados junto al cadáver del duque de Viseo reprochan a Juan II su tiranía y el monarca les replica Si Deus pro nobis quis contra nos? Al día siguiente, maese Blas acude a la catedral donde se ha expuesto el cadáver del duque asesinado. A la salida, pasa por el lugar desde el que contempló el fracaso del magnicidio y descubre que el edificio ha cambiado y que en el nuevo dintel se lee el lema Si Deus pro nobis quis contra nos? El narrador refiere al final que ha construido la leyenda a partir de este lema latino que todavía puede leerse en el monumento de Setúbal. |
Temas, motivos y tipos: | Crimen. Justicia. Tiranía. Motín. |
Aspectos formales: | Narración histórica, entre la crónica y el drama, que confiere una gran importancia a la elipsis y alterna espacios públicos y privados de Évora y Setúbal. El narrador omnisciente focaliza siempre con el protagonista, aunque no le conceda voz. El personaje central, el barbero maese Blas, proporciona así un punto de vista mesocrático a la crónica del enfrentamiento de Juan II de Portugal con la nobleza. La propensión a la reconstrucción erudita de costumbres de la época y el gusto por lo pintoresco caracterizan al narrador. |
Sección: | |
Observaciones: | Hay errata en Simón Díaz, que atribuye la narración a G.L., Isidoro. Gil y Baus propone una narración política, en la estela de Walter Scott y Victor Hugo, en la que indaga sobre la revolución, las masas y la tiranía. |
Clasificación genérica: | Histórico. Político. Realista. |
Teresa Barjau |