Título: | «El día de difuntos» |
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Variantes del título: | |
Autor: | Rubio, Carlos |
Revistas: | El Museo Universal, VIII, 44 (30 de octubre de 1864), pp. 346-347. |
Volúmenes: | |
Variantes: | |
Resumen: | El día de difuntos, el narrador-protagonista, presa de un mar de divagaciones sobre la muerte y las desgracias de esta vida, encuentra en el cementerio a su amigo Pepe, quien al poco le da cuenta del extraño sueño que ha tenido aquella noche. La historia de su sueño da comienzo con el mismo Pepe como protagonista, cuando paseando por el campo y en noche cerrada, le sorprende una intensa tormenta. El resonar de los truenos y el ruido de la lluvia son ensordecedores. Es entonces cuando entre la voz de la maleza oye una voz pidiendo socorro que no cesa de gritar entre ayes de dolor: «¡Daré la eternidad a quien me socorra». Sin pérdida de tiempo acude en su ayuda, descubriendo en lo profundo de un precipicio a un pobre viejo caído de su cabalgadura, con ambos brazos y una pierna rotas. Más cerca de la muerte que de la vida, el viejo pide a su salvador que le dé de beber de un frasquito que lleva en el bolsillo. A la mañana siguiente, y ante su sorpresa, aquel viejo parece totalmente rejuvenecido, de tal modo que apenas representa treinta años. Este le confiesa que la espectacular metamorfosis ha sido debida a aquel frasquito cuyo interior contenía el elixir de la vida. Antes de seguir su camino y en cumplimiento de la deuda contraída con su salvador, el misterioso caminante cede a Pepe la receta mágica de aquel elixir de la vida para que lo explote en su provecho. Este no pierde tiempo y así lo hace. A los pocos días, hace público un negocio en resurrecciones que estima como el principio de su fortuna. Pero el negocio, lejos de proporcionarle beneficios, acaba siendo un constante quebradero de cabeza. Los parientes cercanos de los difuntos le acusan de hechicería y piden para él la hoguera. Nadie parece está contento con aquel bálsamo de la vida. De un lado, los difuntos resurrectos añoran la paz de la muerte y desconfían de los sinsabores que amenazan de nuevo su vida. De otro, las viudas vueltas a casar, los herederos de fortunas o las madres liberadas de las continuas llanteras de sus hijos se rebelan ante el riesgo de que aquel elixir pueda resucitar a sus muertos. Aquel sueño de su amigo Pepe, deja a nuestro narrador-protagonista sumido en otro mar de divagaciones. Una enseñanza, sin embargo, se revela para él incontestable en aquel día de difuntos, tan propenso al desconsuelo y al llanto público en los cementerios: «El verdadero dolor se oculta; el que se ostenta es casi siempre artificial». |
Temas, motivos y tipos: | Dolor. Muerte. Objeto mágico. Metamorfosis. Sueño. Milagro. |
Aspectos formales: | El cuento se estructura en cuatro capítulos encabezados con números romanos, de los cuales el último, brevísimo, recoge la moraleja. Las voces narrativas de la historia son dos: la primera descansa en un narrador principal, protagonista en primera persona, que nos introduce en el marco general del acontecer, mientras la segunda recae en otro personaje que oficia también en primera persona como narrador-protagonista de una narración intercalada cuyo receptor es el narrador principal. Este cerrará el cuento recogiendo en su voz la moraleja. La acción dramática es lineal, bien que interrumpida por la narración intercalada. Los personales, como suele ocurrir en los cuentos de Rubio publicados en El Museo Universal, ofician como portavoces de ideas morales. Por todo ello, abundan las digresiones narrativas sobre cuestiones morales (la muerte, el dolor y la hipocresía mundana, etc.). Espacio y tiempo se ciñen al marco contemporáneo de Madrid, con el día de difuntos y los cementerios en su centro de contemplación moral. |
Sección: | |
Observaciones: | Ilustración: «El día de difuntos. Un cementerio de Madrid», de Perea y Rico. |
Clasificación genérica: | Alegórico. Moral. |
Jaume Pont |